La festividad de la Epifanía

S.H.

La festividad de la Epifanía, conocida popularmente cómo el día de los Reyes Magos, se celebra el 6 de enero, doce días después de la Navidad.

Junto a la escena de la Natividad de Jesús, tema de carácter íntimo en el que destaca la adoración del Niño Jesús, el arte cristiano ha desarrollado desde antaño representaciones del Nacimiento caracterizadas por el gran lujo en su puesta en escena, entre ellas la correspondiente a los Magos.

El episodio de la Adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús aparece representada de forma complementaria a la Natividad. A esta representación se le denomina “Epifanía”, dado que constituye la primera teofanía o manifestación a los hombres de Dios encarnado. Posteriormente, se desarrollarán las otras dos, tanto el Bautismo de Cristo como el milagro de las Bodas de Caná.

En las Sagradas Escrituras se hace una escueta referencia a los Reyes Magos, concretamente en el Evangelio de Mateo. Por lo que, progresivamente, a los escasos datos existentes se le añadieron otros procedentes del libro de los Orígenes y de los Evangelios Apócrifos. Éstas son las fuentes documentales en las que los artistas se inspirarán para desarrollar las representaciones de esta escena en el arte.
La escena de la Adoración de los Magos viene a ser una de las más antiguas en el arte. Una de estas primeras representaciones aparece en las catacumbas romanas donde puede verse a María en uno de los laterales y a los tres Magos portando regalos sobre bandejas de gran simpleza. El precedente de esta vista se localiza en la Roma Antigua, lugar en el que el pueblo romano sometido lleva sus presentes al emperador romano vencedor durante la ceremonia del triunfo.
A partir del siglo V, la Virgen María ya se sitúa en el centro de los Magos y en la escena ya aparecen los tradicionales camellos. En época bizantina los Reyes Magos son representados junto a un ángel que porta una estrella, realizando una genuflexión ante ella. Es a partir de la Edad Media, y en Occidente, los Magos se visten ya con manto real y con corona, llevando regalos que aparecen en recipientes lujosos hechos en materiales preciosos.
Progresivamente, y a partir del siglo XVI, la escena se enriquecerá con otros detalles que la harán atractiva y anecdótica. Mientras que la indumentaria de los Magos también evolucionará en función de la moda que se imponga en cada uno de los momentos históricos en los que se realice la representación.
Uno de los aspectos más llamativos de este escena no es otro que los presentes que los Magos portan en sus manos, y por ello, el simbolismo que éstos conllevan: el oro simboliza la realeza de Cristo, el incienso su divinidad y la mirra, que se usaba para embalsamar los cadáveres, significa que su destino es morir para redimir al mundo.