viernes, 23 de enero de 2009

Vivir del apellido

De la misma forma que los hijos de Pepe Luis Vázquez o Paco Camino nunca fueron grandes toreros, ni los hijos de Antonio Molina o Juan Valderrama excelentes cantantes, ni el hijo de Cruyff buen futbolista, tampoco tienen porqué ser buenos capataces todos aquéllos que heredan un apellido. A veces, hay quien cree que el mero hecho de llamarse de tal o cual manera te va a sustentar tu supervivencia sin más aportación que las letras del apellido de tu padre o de tu madre. Vamos como si para ser una gran músico bastara con ser hijo de Font de Anta.

Algo así ha pasado con determinados apellidos ilustres del mundo del martillo, algunos de rehata y otros labrados a fuego en determinadas hermandades donde llamarse de tal o cual manera representa un signo de poder dentro de la misma. Algunos de estos apellidos han sufrido una paulatina decadencia, provocada principalmente por la falta de iniciativas y por su propio estancamiento en los años 70-80. Basta echar un vistazo a las hemerotecas para ver cómo capataces de reconocido prestigio fueron cayendo en el olvido y en el ostracismo, debido fundamentalmente a su falta de adecuación a los nuevos tiempos y las nuevas necesidades de una incipiente y novedosa, por entonces, forma de gestionar las cuadrillas de costaleros. Otros han ido saliendo por la puerta de atrás de muchas cofradías provocando una sensación de alivio para costaleros y en muchos casos también para las juntas de gobierno.



Lógicamente otros capataces han sabido evolucionar con los nuevos tiempos y están teniendo hoy día un protagonismo importante en este mundillo del "terno negro" en detrimento de otros cuya gestión al frente de los pasos los está dejando en una situación precaria, con una pérdida de credibilidad y confianza de la que es posible que no se salven y terminen cayendo para siempre.



Acompaño a este artículo dos videos colgados en You Tube que resumen claramente lo que pretendo explicar en este texto. Uno representa la antítesis del otro. Uno es el día y el otro la noche. Uno es el orto y el otro el ocaso. Uno representa la decandencia y el otro el esplendor. Lo mejor es verlos y compararlos.

Además de a las imágenes del video conviene prestar mucha atención al sonido y a las voces de mando de los capataces, contraguías y .......... ya me contarán Ustedes. He de decir sin embargo que hay que tener en cuenta que ambos videos están grabados en momentos y lugares diferentes por lo que alguno podrá decir que no son comparables, pero en cualquier caso este artículo habla sobre la forma, la capacidad, la soltura y el saber estar y mandar delante de los pasos, adjetivos que se adquieren sólo cuando tu capacidad técnica te lo permite.

Realmente no tiene desperdicio y debería servir para la reflexión de porqué algunos capataces tienen problemas en algunas hermandades y porqué otros no dejan de llamarlos para que saquen cada vez más cofradías. Juzguen Ustedes mismos.


Publicado por José Luis Jiménez Araujo

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